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Sor Juana Inés de la Cruz murió en Ciudad de México el 17 de abril de 1695.
 
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El siglo XX ha demostrado en cambio un gran interés por ella y su obra volvió a frecuentarse y admirarse gracias a varios autores, entre los que se cuentan -para mencionar sólo a algunos- Amado Nervo, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Ermilo Abreu Gómez, Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Dorothy Schöns, Ezequiel Adeadato Chávez, Karl Vossler, Ludwig Pfandl, Robert Ricard). Y a partir del trabajo extraordinario de Alfonso Méndez Plancarte -quien en 1951 inició la publicación de sus Obras Completas- se incrementó el interés sobre la obra de la monja (Antonio Alatorre, Ramón Xirau, Dario Puccini, Giuseppe Bellini, Elías Trabulse, Sergio Fernández, Georgina Sabat-Rivers, Marie Cécile-Benassy, Rosa Perelmuter, Jean Franco...) que culmina con Las Trampas de la fe de Octavio Paz a principios de la década del 80. Debido en parte a la importancia que han adquirido los estudios de género y al cada vez más profundo interés por los estudios coloniales, esa cantidad de escritos ha engendrado distintas consecuencias, a primera vista, una producción de ruido, la de multitud de voces «desconformes», como decía la propia Sor Juana, o la erección de una nueva Torre de Babel para sembrar la confusión, semejante a la construida por Calderón en algunas de sus obras dramáticas. Nuevos aportes asimismo y muy valiosos para descifrar enigmas acerca del tiempo que le tocó vivir a Sor Juana y suscitar cuestionamientos sobre su obra que aunque parezca imposible aún no habían sido planteados.

Revision as of 11:29, 13 March 2018

Sor Juana Inés de la Cruz Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como sor Juana Inés de la Cruz fue una religiosa de la Orden de San Jerónimo y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura hispánica.Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera que asoló México en el año 1695. La fama de Sor Juana Inés de la Cruz fue inmensa mientras vivió y la impresión de sus obras en España, tres tomos varias veces reeditados -2 ediciones-, de 1689 a 1725, y numerosas polémicas libradas en las dos Españas, es decir, la Nueva y la Vieja España, son prueba irrefutable de su celebridad. A partir del segundo tercio del siglo XVIII su fama se fue diluyendo y en el siglo XIX los juicios despectivos estuvieron a la orden del día. El historiador mexicano García Icazbalceta hablaba de una absoluta deprº11ºavación del lenguaje; el filólogo español Menéndez Pelayo de la pedantería y aberración del barroco, y el crítico mexicano Francisco Pimentel aseguraba que en el Seiscientos sólo hubo una persona en México que escribiera pasablemente, Sor Juana y, aún ella, «rara vez correcta» -pues-, «todo lo arrasa el gusto pervertido». José María Vigil la acusa de un «enmarañado e insufrible gongorismo», y, en el prólogo a la Antología de la Academia Mexicana de la Lengua, le concede menor espacio que a don Porfirio Parra, un positivista, que hoy Primeros años Hasta mediados del siglo XX, la crítica sorjuanista aceptaba como válido el testimonio de Diego Calleja, primer biógrafo de la monja, sobre su fecha de nacimiento. Según Calleja, Sor Juana habría nacido el 12 de noviembre de 1651 en San Miguel de Nepantla. En 1952, el descubrimiento de un acta de bautismo que supuestamente pertenecería a Sor Juana, retrasó la fecha de nacimiento de la poetisa a 1648. Según dicho documento, Juana Inés habría sido bautizada el 2 de diciembre de 1648.​ Varios críticos, como Octavio Paz,​ Antonio Alatorre, y Guillermo Schmidhuber​ aceptan la validez del acta de bautismo y así como Alberto G. Salceda, aunque la estudiosa cubana Georgina Sabat de Rivers considera insuficientes las pruebas que aporta esta acta. Así, según Sabat, la partida de bautismo correspondería a una pariente o a una esclava. De acuerdo con Alejandro Soriano Vallés, la fecha más aceptable es la de 1651, porque una de las hermanas de sor Juana supuestamente fue dada a luz el 19 de marzo de 1649, resultando imposible que Juana Inés naciera en noviembre de 1648. (Falta comprobación documental para probar esta fecha).sólo se conoce porque se le ha dedicado una calle.


Biografía de Sor Juana Inés de la Cruz Religiosa, dramaturga y poeta nacida en México el 12 de noviembre de 1651, durante la época colonial española, Sor Juana Inés de la Cruz fue una de las figuras literarias más importantes del Barroco.

Formada de manera sólida en el estudio de los clásicos, algo no demasiado común en las mujeres de la época, la joven Juana creció en el ambiente del virreinado en Ciudad de México, algo que le valió un cierto contacto con la élite del país. Tras una primera época en las Carmelitas, Sor Juana ingresó en la orden religiosa de las Jerónimas, en teoría de una regla menos estricta.

Su actitud, alejada del aislamiento monástico, ya que escribía y tenía contacto con la alta sociedad, le produjo no pocos enfrentamientos con las autoridades eclesiásticas, aunque el conflicto más duro lo tuvo al defender su posición como escritora e intelectual y posicionarse a favor de la educación de las mujeres.

Tras varios años de desencuentros, en los que la poeta desarrolló la mayor parte de su obra, Sor Juana cesó en su trabajo literario sin que hoy en día se tenga clara la razón que motivó su retirada, aunque todo apunta a un aumento de la presión que ejercía su confesor para que abandonara.

En su obra hay que destacar sus poemas galantes, los tres Autos sacramentales que escribió y dos comedias, Los empeños de una casa y La segunda Celestina.

El estudio de su trabajo pasó de la admiración y éxito popular al desprecio a partir de finales del siglo XVIII, para ser de nuevo estudiada como referencia barroca a partir del siglo XX.

Sor Juana Inés de la Cruz murió en Ciudad de México el 17 de abril de 1695.


El siglo XX ha demostrado en cambio un gran interés por ella y su obra volvió a frecuentarse y admirarse gracias a varios autores, entre los que se cuentan -para mencionar sólo a algunos- Amado Nervo, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Ermilo Abreu Gómez, Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Dorothy Schöns, Ezequiel Adeadato Chávez, Karl Vossler, Ludwig Pfandl, Robert Ricard). Y a partir del trabajo extraordinario de Alfonso Méndez Plancarte -quien en 1951 inició la publicación de sus Obras Completas- se incrementó el interés sobre la obra de la monja (Antonio Alatorre, Ramón Xirau, Dario Puccini, Giuseppe Bellini, Elías Trabulse, Sergio Fernández, Georgina Sabat-Rivers, Marie Cécile-Benassy, Rosa Perelmuter, Jean Franco...) que culmina con Las Trampas de la fe de Octavio Paz a principios de la década del 80. Debido en parte a la importancia que han adquirido los estudios de género y al cada vez más profundo interés por los estudios coloniales, esa cantidad de escritos ha engendrado distintas consecuencias, a primera vista, una producción de ruido, la de multitud de voces «desconformes», como decía la propia Sor Juana, o la erección de una nueva Torre de Babel para sembrar la confusión, semejante a la construida por Calderón en algunas de sus obras dramáticas. Nuevos aportes asimismo y muy valiosos para descifrar enigmas acerca del tiempo que le tocó vivir a Sor Juana y suscitar cuestionamientos sobre su obra que aunque parezca imposible aún no habían sido planteados.