Excursión a Córdoba

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Descripción de la ciudad de Córdoba musulmana en el siglo X

Córdoba no es quizás igual a una de las dos mitades de Bagdad, pero no está muy lejos de serlo. Es una ciudad de un muro de piedra, provista de hermosos barrios y vastas explanadas. Hace mucho tiempo que el soberano de esta ciudad reina sobre ella y tiene su residencia y su palacio en el interior de la muralla que la rodea. La mayoría de las puertas de su palacio alcanzan el interior de la ciudad por varios lados. Dos puertas de la ciudad, abiertas en la misma muralla, dan sobre la ruta que lleva de Rusafa al río. Rusafa se compone de alojamientos que forman la zona alta de la ciudad, y cuyas construcciones alcanzan el barrio bajo. Es una aglomeración que rodea la ciudad por los lados este, norte y oeste; el sur da sobre el río, a lo largo del cual se desarrolla la ruta llamada al-Rasif. Es en el barrio donde se encuentran los mercados, tabernas, caravasares, baños y moradas de las clases inferiores de la población. La mezquita aljama que es muy bella y grande, se encuentra en la misma ciudad; la prisión está situada en su vecindad.

Ibn Hawqal

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La vida en las ciudades musulmanas: el Zoco

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La vida en estas ciudades -que un día a la semana abrían sus puertas agricultores y ganaderos que vendían sus productos- libraba su pulso diario dentro de la muralla, concretamente en la medina. (...)Los mercaderes vociferaban las excelencias de los perfumes de Oriente, las sedas del sur; los tenderetes exhibían auténticas telas de lino, objetos de orfebrería, marfiles y maderas finas. Los hombres frecuentaban las calles más que las mujeres.

Mercedes Baztán



Poemas

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Canción de jinete

Córdoba.

Lejana y sola.

Jaca negra, luna grande,

y aceitunas en mi alforja.

Aunque sepa los caminos

yo nunca llegaré a Córdoba.

Por el llano, por el viento,

jaca negra, luna roja.

La muerte me está mirando

desde las torres de Córdoba.

¡Ay qué camino tan largo!

¡Ay mi jaca valerosa!

¡Ay que la muerte me espera,

antes de llegar a Córdoba!

Córdoba.

Lejana y sola.


Federico García Lorca, 1924

Nada más bello, andaluces

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Nada más bello, andaluces,

Que vuestras huertas frondosas,

Jardines, bosques y ríos,

Y claras fuentes sonoras.


Edén de los elegidos

Es vuestra tierra dichosa;

Si a mi arbitrio lo dejasen,

No viviría yo en otra.

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El infierno no temáis,

Ni sus penas espantosas;

Que no es posible el infierno

Cuando se vive en la gloria.


Ben Jafacha (1058-1139)

Poeta andalusí