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A los 12 años supo que iba a ser reina de Francia. Su madre se dispuso a hacer de ella una perfecta princesa parisina y le asignó dos expertos que se ocuparan a fondo de la futura cabeza real, el primero debía reforzar su fe y su francés; al segundo se le encomendó la no menos delicada misión de edificar en la cabellera de la infanta una versallesca torre dorada llena de bucles. sin embargo a ambos les fue imposible terminar sus tareas, los dos decían que, aunque la infanta tenia potencial se negaba a respetar las reglas. | A los 12 años supo que iba a ser reina de Francia. Su madre se dispuso a hacer de ella una perfecta princesa parisina y le asignó dos expertos que se ocuparan a fondo de la futura cabeza real, el primero debía reforzar su fe y su francés; al segundo se le encomendó la no menos delicada misión de edificar en la cabellera de la infanta una versallesca torre dorada llena de bucles. sin embargo a ambos les fue imposible terminar sus tareas, los dos decían que, aunque la infanta tenia potencial se negaba a respetar las reglas. | ||
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BIOGRAFIA
Desde su nacimiento en 1755, María Antonieta Josefa Ana de Austria, más conocida como María Antonieta de Austria, había vivido sumergida en la suntuosidad de la corte vienesa, rodeada de atenciones y lujos. Sus padres fueron el emperador Francisco l de Austria y la emperatriz María Teresa de Austria, Maria Antonieta siempre fue una niña muy mimada. Sus dos diversiones preferidas eran jugar con sus numerosos hermanos por los jardines del palacio de Schoenbrunn y esconderse de sus maestros. Sus maestros nunca fueron capaces de hacerla aprender ya que se aburría y no prestaba atención, solo consiguieron que aprendiera un poco de francés y a expresarse en alemán. A los 12 años supo que iba a ser reina de Francia. Su madre se dispuso a hacer de ella una perfecta princesa parisina y le asignó dos expertos que se ocuparan a fondo de la futura cabeza real, el primero debía reforzar su fe y su francés; al segundo se le encomendó la no menos delicada misión de edificar en la cabellera de la infanta una versallesca torre dorada llena de bucles. sin embargo a ambos les fue imposible terminar sus tareas, los dos decían que, aunque la infanta tenia potencial se negaba a respetar las reglas.
A los 14 años, cuando se casó con el duque de Berry, entonces Delfín y futuro rey Luis XVI, María Antonieta era ya una deliciosa muchacha espléndidamente formada y con una belleza inconmensurable. El matrimonio con el futuro rey de Francia fue bendecido el 16 de mayo de 1770. Hubo desfiles y grandiosas fiestas. Siete años tubo el primero de sus cuatro hijos. María Antonieta, vital y poco inclinada a la santidad, se aburría soberanamente con su esposo y pronto comenzó a salir de incógnito por la noche.
REINA DE FRANCIA
En cuanto al Delfín, era robusto y bondadoso, pero también débil y no demasiado inteligente. Convertido en Luis XVI a los 20 años, cuando María Antonieta tenia 19 años. María Antonieta pronto se convirtió en símbolo escandaloso de la más licenciosa corte de Europa. Trataba de agradar y de obrar con acierto, pero no lo conseguía. los errores cometidos por su persona, muy exageradas por la opinión pública y considerados como ejemplo del desenfreno de la corte. Tanto sus extravagancias y la constante búsqueda de placeres en el fastuoso grupo del conde de Artois, como sus caprichosas interferencias en los asuntos de Estado, estaban muy mal vistos. Derrochadora, imprudente y burlona, la prensa clandestina comenzó a pintarla como un ser depravado y vendido a los intereses de la casa de Austria. Según los panfletos, la lista de sus amantes era interminable.
En 1785, un nuevo escándalo atribuido a su codicia vino a deteriorar su ya más que vapuleada fama. Todo el asunto giró alrededor de la más rica joya de la época. El célebre collar, realizado por los mejores orfebres de París para madame Du Barry, favorita del rey Luis XV, era una pieza insuperable. Sus más de mil diamantes, rubíes y esmeraldas parecían haber sido forjados pacientemente por los dioses en las entrañas de la tierra con el único fin de recibir la caricia del oro en un lugar preciso de la joya. Muerta madame Du Barry antes de que se diera fin a la obra, la condesa de La Motte, que servía en la corte y pertenecía al círculo del Conde Alessandro di Cagliostro, embaucó al cardenal Louis de Rohan, rico y disoluto cortesano caído en desgracia, haciéndole creer que María Antonieta deseaba obtener el magnífico collar y que, no disponiendo del dinero suficiente, estaba dispuesta a firmar un contrato de compra si él lo garantizaba. El cardenal, deseoso de congraciarse con María Antonieta, se entrevistó con quien creía que era la reina, suplantada por una bella joven apellidada d’Oliva, accedió a su petición y en febrero de 1785 el collar fue trasladado a Versalles. Pero no llegó a manos de la reina, sino que por una sucesión de intrigas fue a parar a la condesa de La Motte, que desapareció de París con su marido y se dedicó a vender afanosamente las gemas por separado. Una vez descubierta la estafa, la condesa aseguró ser favorita íntima de María Antonieta y esgrimió unas cartas comprometedoras de la reina falsificadas. María Antonieta fue acusada de intrigante y ambiciosa, y aunque el juicio demostró su inocencia, la campaña política orquestada para desprestigiarla tuvo éxito. El cardenal de Rohan fue desterrado, la condesa de La Motte azotada públicamente y su esposo condenado a galeras, pero el castigo ejemplar no pudo borrar la deshonra que habia sufrido la persona de la reina.
LA REVOLUCIÓN
La caída de la monarquía se fraguó en pocos meses. Ni Luis XVI ni María Antonieta comprendieron el carácter de los cambios que se avecinaban, provocando así su propia ruina. Ya no había posibilidades de reconciliación entre el pueblo y el rey. El intento de huida de los monarcas no hizo sino acentuar esta ruptura y patentizar que el país había dado la espalda a la corona. El conde sueco Axel de Fersen,fiel amante de María Antonieta, se encargó de preparar el plan de fuga con un grupo de selectos y secretos monárquicos. La familia real debía huir de París saliendo de las Tullerías durante la noche por una puerta falsa. Sólo consiguieron llegar hasta Varennes, donde fueron reconocidos y detenidos. Cuando Luis XVI leyó el decreto que le obligaba a regresar, dijo: “Ya no hay rey en Francia”. La Asamblea Legislativa no tuvo más remedio que someterse a cabecillas revolucionarios como Robespierre y Danton. No pudo evitar el asalto por las masas de la residencia real, arrebató los poderes al rey y permitió que fuese encarcelado en la torre del Temple. Después, para la realeza, no quedaba sino un trágico epílogo.